domingo, 28 de abril de 2019

Sentir con el corazón, analizar con la intuición y actuar con la razón

Desde mi futon en una casa tradicional japonesa en Takayama, escribo una nueva reflexión de éstas que me va dando vueltas por la cabeza. Ésta se aplica a la interacción con las personas, sobretodo aquellas que estuvieron y ya no están, aquellas que no te fueron leales.

Tonto de mí, no han sido pocas las veces que he dado un enésimo voto de confianza a alguien que ya sabía de antemano que me iba a fallar o decepcionar de alguna manera. ¿Por qué dar un voto de confianza a alguien que no lo merece? Pues aquí es donde entra el código del buen samaritano que aplica los valores cristianos del poner la otra mejilla o bien los de buen ciudadano de pueblo para actuar bien de cara a la galería y salvaguardar las apariencias por aquello del qué dirán. Esto me pasaba más de joven, supongo que ha influido ir a un colegio religioso. Ahora soy más de Nietzche.

Sentir con el corazón. Es inevitable para las personas con un mínimo de empatía sucumbir a estos errores de actuar guiado por las emociones. Sientes culpabilidad al cortar el contacto con aquella persona allegada que te hirió, sientes pena cuando recuerdas buenos momentos con personas con las que te ha distanciado. Y aquí es donde el corazón te puede llevar a hacer las acciones equivocadas. ¿Retomo el contacto con esta persona? ¿Pongo más de mi parte? ¿Me expongo aun más? Quien actúa guiado por el corazón lo tiene claro, y se expone una vez más a ser herido, a ser humillado o despreciado. Todo por la nostalgia de los viejos tiempos o porque se supone que las personas tenemos que hacer siempre lo correcto acorde con los valores de nuestra sociedad cristiana.

Y de todo esto que me ha atormentado tantos años, ya ahora cabalgando a mis 35, he decidido decir: "¡A la mierda!". Enterremos al buen samaritano y tomemos consciencia de que solo se vive una vez, y vivamos acorde con los principios del autorespeto. Dejemos de someternos al yugo de la tradición, de lo moralmente aceptable.

En lugar se actuar con el corazón, analicemos con las tripas primero. Las tripas saben mucho. Nuestro subconsciente es una máquina mucho más potente de registrar emociones en infinitas situaciones ya vividas y es la llave para simular escenarios y predecir resultados, aunque no sepamos explicar cómo llegamos a esas conclusiones, fiémonos de nuestra intuición.

Y por último, la parte más difícil, pues aun cuando nuestra intuición nos diga que al coger esta rosa las espinas de su tallo nos harán sangrar, el buen corazón puede anular las voces de alerta y sobreponerse al peligro en un acto de temerosidad absurda, para hacer lo correcto a sabiendas que nos exponemos a ser heridos, o peor.

Esta es la parte más difícil y es donde entra la razón. Antes de tomar acción haciendo caso de tu corazón, analiza con tu intuición todos los posibles escenarios y, una vez lo tengas, una vez te lo digan las tripas, pregúntale al cerebro:

1) ¿Qué beneficio saco yo (o puedo sacar) haciendo esta acción? Nótese que el YO aquí es muy importante. No el beneficio que puede sacar un tercero (error del buen samaritano). ¿En qué nos beneficia a nosotros?

2) ¿A qué riesgo me expongo haciendo esta acción? Y es aquí donde hay que medir muy bien hasta dónde pueden llegar las malas consecuencias de tu buena acción.

Un comentario importante, este YO puede incluir a las personas que queramos. Por ejemplo, un padre o una madre normal, incluirá a sus hijos en este YO. Es normal incluir a tu pareja o un buen amigo. Pero aquí no incurrimos en el error del buen samaritano, ya que protegiendo a nuestros allegados nos protegemos también a nosotros mismos.

El error del buen samaritano se comete al anteponer las necesidades de otras personas que no son clave en tu vida frente a las necesidades de las personas que sí son clave, o las tuyas propias.
En este caso es cuando recomiendo ser más frío y proteger tus intereses, pues es lo que prácticamente hace todo el mundo.

Durante muchos años, cuando era más joven, fui un buen samaritano. Mis conclusiones son, en base a la experiencia:

1) nadie te lo agradece;

2) sales peor parado de lo que te toca;

3) encima lo viste venir;

4) por lo tanto eres un ingenuo, y seguramente un  ingenuo joven, pues no hay ingenuos que ya sumen unas cuantas décadas de vida.

Es muy importante también que en ningún momento digo que no sea correcto hacer una buena acción. La solidaridad, la empatía, ayudar a quien lo necesita... Es clave para desarrollarte como persona y tener una buena vida. Los mejores momentos son esos.

Ahora bien, no te expongas a salir escaldado por alguien que no lo merece, solo para cumplir el código del buen samaritano. A la mierda el código. El código solo te hace daño. Se trata de sobrevivir, tú y los tuyos. Y para sobrevivir hay que tomar las decisiones correctas, aunque las mismas sean duras. Esa capacidad de actuar con más frialdad es la que diferencia al fuerte del débil. Al que se deja arrastrar por sus propias emociones o las necesidades de los demás, del que decide imponerse y hacerse dueño de su propio destino.

Yo quiero tener el control. Yo quiero ser el dueño de mi destino.

Y por lo tanto tengo que ser racional. Tengo que ser objetivo. Tengo que decidir cuando es necesario. Aunque a veces duela, por que aunque actúes con la razón, siempre se siente con el corazón. Es la fortaleza soportar el dolor y actuar por tu propio bien y el de los tuyos.

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