jueves, 30 de diciembre de 2010

Cambia la estrategia

"Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir adelante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue hacia delante, y ganas. O no lo hace, y pierdes. "

Es el encabezamiento de Match Point, película del año 2005 dirigida por Woody Allen y protagonizada por Scarlett Johansson y Jonathan Rhys Meyers. La película nos cuenta la historia de Chris Wilton, un hombre que a pesar de  no dejar de cometer errores imperdonables, de los cuales él es el único responsable, consigue tener una vida envidiable gracias a la buena suerte. 

La suerte es algo curioso. La mayoría de gente culpa de sus fracasos a la mala suerte de manera que, al final, uno puede acabar creyendo que la mala suerte es algo así como una fuerza oculta y misteriosa que acecha nuestras vidas con tal de robarnos la felicidad. Siempre hay una forma de culpar, directa o indirectamente, a la mala suerte por cada uno de nuestros fracasos.

Los fracasos están ahí. Uno no puede evitarlos, son el pan de cada día. El fracaso es relativo, para cada uno significa algo distinto. Pero todos nos hemos sentido fracasados alguna vez al no cumplir nuestras expectativas. No sentirse realizado profesionalmente, no tener autonomía económica o un desengaño amoroso pueden ser algunos motivos que pueden hacer sentir fracasadas a las personas. El fracaso es algo que está ahí. El fracaso es algo que existe, afecta a nuestra vida y tenemos que aceptar.

Las personas solemos obsesionarnos en sobremedida con nuestros propios fracasos. Los fracasos traen inseguridad, miedo al siguiente fracaso, y hacen adoptar a la persona que los padece una actitud defensiva y pesismista que predispone inexorablemente a otro fracaso. Es un círculo vicioso, un pez que se muerde la cola. En resumen: una dinámica mental negativa. Y una dinámica mental que no tiene fundamento.

Sin embargo, romper esta espiral no debería ser difícil con la predisposición mental adecuada. Y la suerte no tiene cabida aquí.

En primer lugar, hay que ser conscientes de lo que es la aleatoriedad. La aleatoriedad podría definirse coloquialmente como aquella propiedad que hace que los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor sean impredecibles. Es decir, una persona que haga todo excelentemente bien no tiene porqué tener suerte. Uno puede haberse esforzado en labrarse un porvenir profesional prometedor, casarse con la mujer de sus sueños y formar una familia maravillosa para morir de un accidente de tráfico a los pocos años. En cambio, a un bala perdida que se ha pasado la juventud esnifando cocaína le puede tocar la lotería. No se puede luchar contra eso. Así es el juego. Es injusto, pero es así. No lo inventé yo.

Sin embargo, que exista la aleatoriedad no quiere decir que no haya correlación entre los esfuerzos que hacemos por mejorar nuestras vidas, y el éxito que tengamos. Y hablo de éxito en nuestra vida como algo totalmente incuantificable y subjetivo. Para unos el éxito será ser directivo en una empresa multinacional, para otros formar una familia y para otros ir a la India y hacerse budista.  Hacerse rico, ir a la Luna o tener una vida espiritual plena. ¿Qué más da? El éxito o el fracaso no es un estándar. El éxito o fracaso es la opinión que tenemos de nosotros mismos.

Hay una frase que me repito muchas veces al día: "El éxito no es un resultado. El éxito es una actitud". Yo creo en el éxito como una forma de ver la vida, una predisposición mental positiva y confiada para alcanzar aquellas metas que nos hayamos propuesto, sean de la naturaleza que sean. Una mentalidad abierta para el análisis y la capacidad de cambio. Y esta palabra es fundamental: cambio. Saber gestionar el cambio es la clave del éxito.

Es un síndrome muy común que las personas que fracasan (es decir, todas las personas del mundo en algún momento de su vida) se obsesionen con el objeto de su fracaso. Esto les hace entrar en una dinámica negativa de frustración, nuevo intento y reiteración del fracaso. Este tipo de actitud tiene una característica fundamental: la falta de análisis de la situación. Eso hace que la persona se empeñe en intentar una y otra vez aquello que la hizo fracasar, sin plantearse si no sería conveniente un cambio de estrategia.

Supongamos el caso típico de amor no correspondido. Días de bajón, canciones melancólicas de Belle and Sebastian, pensamientos negativos y, finalmente, aceptación del fracaso, periodo de lamentaciones, resentimiento, y falta de autoestima.

Éste sería el típico esquema mental de una persona que no está predispuesta al éxito. Las personas que estan predispuestas al éxito actúan de otra manera. Y la diferencia enre ambas es simple: la persona predispuesta al éxito acepta mucho más rápido el fracaso y cambia de actitud inmediantamente. Acepta el fracaso antes de que el fracaso se convierta en un lastre.

Ante un rechazo amoroso una persona con una autoestima alta y una actitud predispuesta al éxito reaccionaría de diferente manera. En primer lugar, no se vería afectada emocionalmente por el rechazo de otra persona, ya que su autoimagen no viene condicionada por valoraciones externas. Aceptaría que el amor es algo difícil de encontrar y que depende en gran medida de la suerte. Analizaría qué cosas ha podido hacer mal, para la próxima vez no cometer los mismos errores. Y, por último, valoraría el coste de oportunidad de estar dedicando tiempo a una interacción que ya ha resultado fallida, en lugar de explotar otras interacciones que potencialmente podrían desencadenar una relación amorosa.

Esto es tener una actitud orientada al éxito, lo cual no implica tener éxito siempre. Es más, uno puede tener innumerables fracasos amorosos con esta actitud. Pero la diferencia está en que: nos ayudamos a nosotros mismos a tener una actitud positiva y confiada; no nos obsesionamos con una interacción que ya ha fracasado; nos abrimos puertas a tener muchas más interacciones, y por consiguente, una probabilidad más alta de tener una interacción exitosa (no por mejora de nuestra habilidades, sino por simple probabilidad matemática al aumentar la muestra). 

Como se ve, el resultado es el mismo: un fracaso amoroso. Sin embargo, la forma en la que se afronta no es la misma. En eso consiste el éxito. Y que conste que esto no es un ejercicio de autoengaño. Se trata sencillamente de tener la fuerza mental suficiente para que un fracaso no comprometa el éxito en la siguiente actividad que decidamos emprender. Y quien mantiene esta predisposición mental a lo largo del tiempo, tiene muchas más posibilidades de ver sus objetivos realizados que aquellos que se ofuscan ante el fracaso. 

El ganador considera el fracaso como un proceso de aprendizaje natural, y el perdedor considera el fracaso como algo de lo que avergonzarse. Ahí está la diferencia. Debemos entender que todo el mundo fracasa. No hay nadie que no fracase. Hay que tener clara esta idea, y esto nos ayudará a perder el miedo al fracaso. Ya que el fracaso es normal.

No se me ocurre un ejemplo más claro de persona de éxito que el de Michael Jordan. No es ninguna barbaridad decir que Michael Jordan es uno de los deportistas de élite más admirados de todos los tiempos. No voy a citar sus logros deportivos, pero puedo asegurar que son de lo más meritorio que ha hecho alguien en toda la historia del deporte, y le han acabado conviertiendo en una verdadera leyenda. Hubo unos años en que tener a Michael Jordan en el equipo era ganar, independientemente de lo bueno que fuera el equipo contrario.

Sé que mucha gente no tiene respeto por los méritos deportivos de estos profesionales. Creen que sencillamente se trata de gente a la que se le da bien un deporte. A ellos sólo les puedo decir que el deporte profesional es una élite de la cual muy pocos elegidos pueden formar parte, y que requiere una dedicación a tiempo completo, mucho más grande que la mayoría de los trabajos. Para jugar en la  NBA se requiere una preparación física fuera de serie (el dopaje es algo común en el deporte norteamericano), una gran resistencia física y mental (el primer año, la mayoría de los jugadores padecen a mitad de temporada el rookie wall, que es una bajada espectacular de su rendimiento debido al agotamiento físico y mental al que estan sometidos), una gran preparación técnica y una gran concentración para poder competir con los mejores profesionales procedentes de todos los países del mundo.  El mérito del deportista que triunfa en una competición depende, lógicamente, de la profesionalidad de ésta. Y pocas ligas se me ocurren más profesionales y exigentes que la NBA.

El tipo de presión a la que estuvo sometido un deportista del nivel de Michael Jordan es enorme. Y conseguir el éxito una y otra vez en un entorno tan competitivo exige una predisposición mental óptima. De hecho, es muy común que en los deportistas profesionales de alto nivel se presente el síndrome de la nikefobia, o miedo al éxito. Es la típica escena de un deportista que está a punto de conseguir un gran éxito, pero en los últimos momentos se desinfla y comienza a cometer errores absurdos que boicotean su propia victoria. Ansía tanto el éxito que estar a punto de conseguirlo le produce estrés y ansiedad, lo que le lleva a sabotearse a sí mismo. Este síndrome es algo común en todos los deportes y en todos los niveles.

Pero a Michael Jordan no le afectaba la presión. Cuando llegaba el final de un partido importante con el marcador apretado, todo el mundo sabía que Jordan haría algo que decantaría la balanza. Lo sabía el público, sus compañeros, los jugadores del equipo contrario. Todo el mundo estaba pendiente de él. El equipo contrario, formado por jugadores profesionales de un nivel similar al suyo, iban a hacer todo lo posible para que no se repitiera la historia. Pero la historia se repetía. Una vez y otra. Y la diferencia la marcaba la fortaleza mental.

Michael Jordan dijo que en una ocasión:

"I've missed more than 9000 shots in my career. I've lost almost 300 games. 26 times, I've been trusted to take the game winning shot and missed. I've failed over and over and over again in my life. And that is why I succeed."

[He fallado más de 9000 tiros a lo largo de mi carrera. He perdido casi 300 partidos. En 26 ocasiones, el equipo me confió el último tiro para ganar un partido y fallé. He fallado una vez, y otra, y otra a lo largo de mi vida. Y éste es el motivo por el cual alcancé el éxito.]

(Ver otras frases de Michael Jordan)



El resumen es que el camino al éxito se comienza en nuestro interior. Hay que mantener una actitud positiva, confiada y segura. Tarde o temprano esto hará que consigamos objetivos, independientemente de las circunstancias externas a las que se les llama suerte.

Cuando algo no funciona, cambia la estrategia. Fijarse en un único objetivo acaba por obsesionarnos. Cuando algo no va bien, cambia rápidamente. Sin contemplaciones. Ésa es la única forma de no hundirte con tus fracasos. Porque hasta en la vida de la persona más exitosa del mundo hay un número mucho más alto de fracasos que de triunfos.

Lo más importante no es no fallar nunca, sino recuperarse rápidamente de los fracasos. Porque los fracasos están ahí. Vamos a fracasar. Seguro. Pero si somos suficientemente fuertes para perseverar, cambiar de estrategia, reinventar nuestra vida, lo más probable es que tarde o temprano aprovechemos una de las oportunidades que tan sólo esperan a que alguien las coja y alcancemos el éxito en la vida (signifique lo que signifique eso).

Invierte tu perspectiva.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Limitaciones en la percepción del ser humano

Percibimos lo que sucede en el mundo a través de nuestros cinco sentidos.

La vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto son los encargados de transformar la realidad del mundo exterior en información que nuestro cerebro procesa para darnos nuestra propia percepción del entorno. Esta percepción subjetiva del mundo es aquello a lo que llamamos realidad. Sin embargo, en el mundo suceden muchas cosas que el ser humano no puede percibir, lo cual nos guía inexorablemente a la conclusión de que hay una realidad subyacente más compleja y profunda que aquella que sí podemos percibir.

El ruido que hace el batir de las alas de una mariposa es un ejemplo banal de aquellas cosas que existen pero que no podemos percibir con nuestros sentidos. Un caso menos intuitivo se presenta cuando analizamos el espectro electromagnético visible.

La radiación electromagnética es la propagación ondulatoria de una perturbación del campo electromagnético del medio, que se propaga por el espacio transportando energía (hablamos de la magnitud física, que no se debe confundir con la idea mística y errónea que las medicinas alternativas, el New Age o las pulseras Power Balance han introducido en la cultura popular). Lo que diferencia a la radiación electromagnética de otras ondas (como el sonido), es que la radiación electromagnética es capaz de transportarse en el vacio, mientras que, por ejemplo, el sonido necesita de un medio (aire, agua, etc.) para transportarse. Existe un gran variedad de radiaciones electromágnéticas, que podemos clasificar según su longitud de onda, o bien su frecuencia, ya que el cociente entre la longitud de la onda y frecuencia da lugar a una constante fisica conocida como velocidad de la luz (300.000 km/s).

Clasificación de la radiación electromagnética [Fuente: http://www.madrimasd.org/]
Sin embargo, el ojo humano sólo es capaz de percibir las longitudes de onda electromagnética que esten contenidas en el rango de los 380 - 780 nanómetros. A este minúsculo espectro que el ojo humano puede percibir se le llama luz visible. Eso quiere decir que, aunque existen, no podemos ver las ondas infrarrojas que salen del mando de la tele para cambiar el canal, ni los rayos X cuando nos hacen una radiografía, ni la radiación ultravioleta que nos pone bronceados, ni las ondas de radio que nos permiten sintonizar un partido de fútbol. Pero sabemos que están ahí, aunque no podamos verlas.

Si extrapolamos esta idea, nos damos cuenta de que la realidad es mucho más que aquello que percibimos. Y, justamente, el trabajo de la ciencia es ir desvelando esta realidad oculta poco a poco, mediante el avance constante de la tecnología, los sistemas de medición y el pensamiento humano.

No todos los animales perciben la misma realidad a través de sus sentidos. Así por ejemplo, los perros son incapaces de ver el color de la luz (o son capaces de verlo en un grado mucho menor que los seres humanos), al igual que nosotros somos incapaces de ver las microondas. En un interesante artículo de la página web http://www.lular.info/, se nos explica (con un nivel de detalle muy superior al que expongo aquí, así que recomiendo leerlo) que los perros no tienen la capacidad de distinguir entre el color verde y el naranja (ellos ven una especie de gris). Esto es debido a que en sus retinas tienen menos conos (células de la retina especializadas en la identificación de colores) que los seres humanos. Sin embargo, los perros tienen más bastones en la retina, lo que les hace tener una mejor visión nocturna y detectar mejor el movimiento que nosotros.

Pero, tal y como hemos comentado, a pesar de nuestras limitaciones podemos conocer la realidad de una forma mucho más precisa que lo que nos permite la percepción humana. Y ver cómo es la realidad que no podemos percibir con el ojo desnudo puede llegar a ser algo muy curioso y divertido. Observar aquello a lo que no estamos habituados siempre es estimulante. Echad un vistazo al siguiente vídeo.


Time Warp (que  puede traducirse del inglés como "deformación del tiempo"), además de ser una de las principales canciones del musical de culto The Rocky Horror Picture Show, pone nombre al programa de Discovery Channel presentado por Jeff Lieberman, científico y profesor del MIT (Massachusetts Institute of Technology), junto con el experto en imagen digital Matt Kearney.

¿Te has intentado fijar alguna vez en cómo un perro usa su lengua para beber? ¿Cómo un huevo estalla al entrar en colisión con las aspas de un ventilador? ¿Cómo se deforma la cara de un boxeador instantes depués de recibir un puñetazo? ¿Cómo se revienta una manzana al recibir el impacto de una bala? Todos estos acontecimientos tienen una cosa en común: ocurren a una velocidad demasiado alta para que el ojo humano los pueda ver.

En Time Warp se usan las últimas tecnologías en captura fotográfica de alta velocidad para mostrarnos con todo detalle estos sucesos a una velocidad adaptada a nuestra visión, para que podamos apreciar todos los detalles de estos acontecimientos triviales que, vistos a cámara lenta, son un verdadero espectáculo.

Pero, ¿por qué nuestros ojos no perciben al detalle todos los movimientos? En el siglo XIX, el físico belga Joseph Antoine Ferdinand Plateau, definió el principio de la persistencia retiniana, que establece que una imagen permanece en la retina humana una décima de segundo antes de desaparecer completamente. Es decir, las imágenes que captamos en la retina no se borran instantáneamente, sino que permanecen en ella durante un brevísimo periodo de tiempo. Supuestamente, las imágenes se superponen en la retina y el cerebro las enlaza como una sola imagen visual, móvil y contínua.

Hasta ahora se pensaba que este principio es el mecanismo mediante el cual percibimos sensación de movimiento a partir de imágenes fijas, como sucede en el cine. La sucesión de fotogramas a 24 fps nos da una perfecta sensación de continuidad en el movimiento.  El vídeo muestra un zootropo, que funcionaba (según se creía) en base al principio de persistencia retiniana.


Sin embargo, la neurofisiología actual considera el principio de la resistencia retiniana un modelo obsoleto. La percepción de movimiento aparente a partir de una secuencia de imágenes estáticas se explica  debido al procesamiento en el cerebro de las señales eléctricas generadas en la retina. El error del principio de persistencia retiniana se debe a que considera el ojo como órgano periférico en el que no interviene el cerebro para el procesamiento de la información.

Pero hallazgos posteriores fueron desbaratado esta hipótesis. Por ejemplo, Donald Hoffman, profesor del  Departamento de Ciencias Cognitivas de la Universidad de California, publica en su libro Inteligencia Visual un estudio en el que una serie de sujetos con la retina completamente sana no pueden percibir el movimiento en el mundo real debido a una disfunción cerebral llamada akinetopsia, o ceguera al movimiento. En este artículo de la página web http://www.microsiervos.com/, se explica como el cerebro completa la falta de información visual que se produce durante los movimientos sacádicos oculares.

Un modelo que explica lo que nuestro ojo puede y no puede ver sería su capacidad de procesar frames por segundo (fps). En este artículo de Dustin D. Brand se explica exhaustivamente en qué consiste exactamente dicho modelo. Por debajo de unos determinados fps, la sensación de fluidez del movimiento se vería interrumpida. Es lo que nos pasa cuando vemos una película antigua, que se emitía a unos 16 fps. Actualmente, las películas se emiten a 24 fps, lo que nos da una sensación de movimiento bastante cercana a la realidad. Sin embargo, si los fps fueran demasiado rápidos, nuestro cerebro no podría procesar la información.

Es justo el problema que soluciona Time Warp con el uso del slow motion, o cámara lenta. La cámara lenta es un efecto visual inventado por August Musger en 1904, que consiste en rodar una escena con un número de fps superior al de la velocidad de proyección. Posteriormente, se proyecta la película a la velocidad normal de fps, con lo que la escena será más larga y se desarrolla más lentamente. En 1995,  el director Michael Gondry inventó un efecto visual derivado de la cámara lenta llamado Bullet time. Consiste en colocar una serie de cámaras fotográficas en diferentes posiciones, con muy poco espacio entre ellas, que tomaran imágenes de la escena a una velocidad muy alta. Posteriormente, se montan los fotogramas de manera que dé la sensación que la escena fue grabada por una cámara de vídeo en movimiento. Esta técnica se puso de moda con el estreno de la brillante película de los hermanos Wachowski, The Matrix.

En el vídeo podemos ver una famosísima escena de The Matrix, en la que Neo esquiva unas balas que le dispara uno de los agentes. Los movimientos de Keanu Reeves fueron grabados con la técnica Bullet time, de manera que se consigue un efecto de cámara lenta, a la vez que da la sensación de que fuera grabado con una cámara de vídeo que gira alrededor de su cuerpo mientras esquiva las balas. No seamos inocentes: obviamente cuando grabaron a Keanu Reeves no se disparó ninguna bala. Fueron introducidas sobre la escena posteriormente con efectos digitales.

Pensar en las limitaciones de nuestros sentidos nos puede hacer tomar consciencia de que la realidad que percibimos no es más que una pequeña porción del entramado de materia, fuerzas, energía, espacio y tiempo que da forma al Universo. Somos pequeños e insignificantes, y sólo podemos ver una parte minúscula del juego.

No lo olvides. Invierte tu perspectiva.

jueves, 16 de diciembre de 2010

El espejo del alma

"Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte".

Ésta es una de las muchas ideas equivocadas que el cine ha dejado en herencia de la cultura popular y el subconsciente colectivo. Es una cita de la película 21 gramos, obra cumbre del directo mexicano Alejandro González Iñárritu que en 2003 le valió 2 nominaciones a los Oscar y 5 nominaciones BAFTA. Según la película, estos 21 gramos son el peso del alma, el peso que todos perdemos en el momento en que nuestra alma se desprende del cuerpo.

Hay que decir que el mérito a esta idea tan romántica como poco realista no es de los guionistas de la película, sino del Dr. Duncan MacDougall, un médico de Haverhill, Massachusetts, que a principios del siglo XX realizó una serie de experimentos (de muy poca rigurosidad científica) con los que pretendía demostrar su hipótesis de que el alma humana tenía masa y que, lógicamente, el cuerpo humano debía de pesar un poco menos tras el momento de la muerte. La diferencia de peso antes y después de la muerte sería, obviamente, el peso del alma. Los resultados de los experimentos no dieron datos concluyentes (como era de esperar), aunque en la cultura popular quedaron registrados esos 21 gramos, supuestamente un promedio de las mediciones de MacDougall.

Para saber el origen del concepto de alma, nos debemos remontar a la aparición de las primeras escrituras, sobre el cuarto milenio a.C. En aquella época los egipcios ya pensaban que el ser humano estaba compuesto por varios elementos tangibles e intangibles. El Ba era el concepto más cercano a la noción occidental de alma.

Posteriormente, el credo órfico de la mitología griega expresaba, mediante la literatura, el alma como ente inmortal que recibe premios o castigos tras la muerte del hombre. El credo órfico inspiró a Platón para su idea de que en el hombre se encontraban dos principios opuestos: el cuerpo, perteneciente al Mundo Sensible, y el alma, ente intangible y eterno que vincula al hombre al Mundo de las Ideas.

El alma surge de la necesidad del hombre de tener una esperanza de vida tras la muerte, así como del desconocimento de cuál es la fuente de las pasiones y emociones que separan al hombre del resto de seres vivos. La falta de información acerca de la naturaleza de nuestro ser fue suplida por una suposición inventada, cuyo principio establece que el hombre tiene algo más que va más allá de lo material y que no puede morir nunca.

Sin embargo, a medida que avanzó el pensamiento y el conocimiento humano, aparecieron otros pensadores como Friedrich Nietzsche, que consideraba el alma como una invención que ayudaba a fortalecer la creencia de la existencia de un Dios. Tal y como defendió Nietzsche, uno de los filósofos más influyentes en el pensamiento contemporáneo, actualmente sabemos que, en efecto, nuestras emociones no proceden de un ente intangible y místico atrapado en nuestro cuerpo material.

Para entender de dónde proceden las emociones, no es necesario inventar cuentos fantásticos que, si bien pueden ser un excelente entretenimiento para adultos y pequeños, pueden alterar gravemente nuestra visión objetiva de la realidad. Basta con estudiar la parte más desconocida,  compleja y fascinante de la anatomía humana: el cerebro.

La característica más fundamenal de nuestro cerebro es que está formado por varias zonas que evolucionaron en épocas distintas. Cuando en el cerebro de nuestros antepasados se desarrollaba una nueva zona, la antigua no desaparecía. La nueva zona crecía encima de la antigua, de manera que el nuestro cerebro contiene su parte más primitiva en el núcleo y su parte más moderna y sofisticada en la periferia.

A la parte más antigua de nuestro cerebro se le llama cerebro réptil. Se trata de la esencia más básica de nuestro ser, y es la encargada de los institos básicos de supervivencia, como el deseo sexual, la búsqueda de alimento o las respuestas agresivas del tipo pelea o huye. El neurocientífico Paul MacLean escribió en una ocasión que "aún  tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el  cocodrilo".

La capa intermedia del cerebro recibe el nombre de sistema límbico. Comprende centros importantes como el tálamao, el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral. En el ser humano estos son los centros de la afectividad y las emociones. Sin ellos nuestro cerebro sería incapaz de distinguir la tristeza de la felicidad, y el ser humano no tendría sentimientos ni empatía.

Encima del sistema límbico se encuentra el neocórtex, o la corteza cerebral. Fue la última zona que apareció en nuestro cerebro y es la responsable del razonamiento y del pensamiento abstracto. La capacidad de planificar, el lenguaje o la imaginación provienen de la actividad de esta región cerebral.

Gracias al neocórtex el hombre es consciente de sí mismo, y tiene una compleja vida emocional que va más allá de las emociones primarias, lo que hace que sea un animal único entre todas las especies. Pasiones como el amor, la venganza, los ideales o la moral y la ética son consecuencia de esta posterior evolución del cerebro. Esta combinación entre sentimientos primarios y emociones más complejas es debida a que el sistema límbico y el neocórtex están en constante interacción. Esto también explica el hecho de que las personas podamos tener control sobre nuestras emociones. 


El amor es un sentimiento que, históricamente, se ha interpretado como algo místico que trasciende al plano físico. Ante el desconocimiento de la naturaleza del ser humano, es normal que el concepto de alma acuda al rescate. De hecho, todo el mundo ha oído alguna vez la trillada expresión de las almas gemelas. Sin  embargo,  gracias a los estudios del Dr. Donald F. Klein y el Dr. Michael Lebowitz, hoy en día sabemos que los cambios físicos y emocionales de la persona enamorada se producen porque el cerebro libera una gran cantidad de feniletilamina, un neurotransmisor de la familia de las anfetaminas. Éste es el motivo por el que una persona enamorada ve la realidad de forma distorsionada, padece insomnio y vive en un estado de excitación continua.

Es triste que habiendo llegado el conocimiento del hombre hasta este punto, todavía exista todo un negocio sostenido por charlatanes y estafadores que se alimentan del dolor de las personas que han perdido a un ser querido. Farsantes que se autoproclaman poseedores del don de comunicarse con los muertos, y familias que se gastan fortunas en contratar los servicios de cualquier trilero de feria con pocos escrúpulos.

Por suerte existen personajes públicos como James Randi, que ha dedicado gran parte de su vida a concienciar a la gente acerca de la gran cantidad de estafadores que se autoproclaman poseedores de dones tales como la predicción del futuro, la comunicación con los muertos o la sanación de distintas enfermendades, pasando por todos los placebos modernos, como la homeopatía, el Reiki o la reflexología podal, entre otras pseudociencias de baratijo que se inspiran en la obsoleta medicina oriental.

Randi fue un ilusionista que en los años 70 se hizo internacionalmente famoso por desenmascarar a un farsante llamado Uri Geller, que usaba trucos de ilusionismo para hacerlos pasar por poderes sobrenaturales. Randi escribió un libro llamado La magia de Uri Geller, en el que explicaba como Geller realizaba sus trucos.

En 1996 se creó la Fundación Educativa James Randi. La Fundación de James Randi ofrece un premio de 1.000.000 de dólares a aquella persona que pueda demostrar bajo unos rigurosos criterios de observación científica que, en efecto, tiene algún tipo de don o poder paranormal. Como era de esperar, hasta ahora nadie ha conseguido el premio. 

Sólo queda decir que hemos tenido la suerte de vivir en una época en la que el conocimiento del hombre ha llegado a un extremo capaz de desmitificar todos los dogmas establecidos en nuestra cultura desde hace miles de años, como son las religiones, las supersticiones y otras ideas que únicamente ayudan a que la gente se forme concepciones falsas de la realidad, y que permiten que aparezcan indeseables que pueden tomar ventaja de ello.

Karl Marx dijo en una ocasión que "la religión es el opio del pueblo".

Yo también digo que el conocimiento es poder. El conocimiento es la única forma que tenemos de despertar, de no dejarnos engañar, y de liderar a nuestra sociedad hacia un mundo en el que la gente no se tome en serio las ideas ridículas. Porque, en palabras de Che Guevara, "un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo fácil de engañar". Pero un pueblo que se cree las mentiras también. Por favor, no nos creamos las mentiras. Contamos con los recursos necesarios para ello.

¿Puedes ver tu alma reflejada en el espejo? Invierte tu perspectiva.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Los nucleares verdes

Voltaire dijo que "es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado".

Desde la virulenta oposición que tuvo lugar durante la década de los 80, liderada por grupos ecologistas, la energía nuclear sufre las consecuencias de un fuerte rechazo por parte de la opinión pública. Basándonos en estadísticas, según una encuesta del OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) y el Eurobarómetro 2005, el 60% de la población europea se opone a la construcción de nuevas centrales nucleares. En España, este porcentaje asciende al 96%.

La aversión por esta fuente de energía en nuestro país es tal que en la campaña electoral de 2004 el PSOE prometíó cerrar los reactores operativos españoles en 20 años. El 30 de abril de 2006, se cerró la central nuclear José Cabrera, Zorita (Guadalajara), la primera central que se construyó en España, tras 38 años de funcionamiento.

A cualquier sujeto mínimamente observador, esto puede resultarle un tanto incongruente, considerando que existen, actualmente, 440 reactores nucleares en el mundo, y que los países más desarrollados tecnológicamente cuentan con un gran número de centrales nucleares en funcionamiento.  Así, podemos ver países como EE.UU (104), Francia (58), Japón (55), Rusia (32), Alemania (17), Canadá (18) o Reino Unido (19), que dejan a España (8) en una posición precaria en el campo del desarrollo tecnológico. Un buen indicador de este retraso es la cantidad de energía eléctrica procedente de la energía nuclear que consume nuestro país. Mientras que en la UE se encuentran operativos 136 reactores que proporcionan un 37% de la electricidad a los países miembros, en España nuestros 8 reactores nos aportan tan solo un más que insuficiente 17,6%. El siguiente gráfico proporcionado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, puede dar una idea de cuál es la situación real de España en el aprovechamiento de la energía nuclear en comparación al resto de países industrializados.

Todo parece indicar que esta campaña de nuestro gobierno en contra de la energía nuclear es una demostración más de la analfabetización tecnológica de la que históricamente se ha resentido este país, gestionado por unos líderes tan ignorantes como los ecologistas que todavía se oponen fervientemente a esta fuente de energía, considerada ya por muchos gurús del verdadero ecologismo la única y verdadera fuente "verde" de energía.

Ellos se hacen llamar los nucleares verdes. Entre sus filas se cuenta uno de los gurús más importantes del ecologismo internacional, James Lovelock, padre de la archiconocida Hipótesis de Gaia. En palabras del propio Lovelock, "a menudo pienso que los ecologistas se han situado en una posición contraria a la energía atómica porque tienen miedo de perder apoyos si dan un giro total en este asunto".

Pero nada mejor para respaldar una postura que hablar de cifras o de hechos concretos. Y es que los nucleares verdes cuentan con los argumentos suficientes para hacer entender a personas de todas las ideologías el porqué la energía nuclear es la única alternativa para afrontar el problema de la energía sin comprometer gravemente el medio ambiente.

El primer factor a analizar es el del aumento de la demanda energética que se prevé en todo el mundo. La U.S. Energy Information Administration estima el aumento de la demanda energética del 87% para el 2035 con respeto al 2007, en su International Energy Outlook 2010. El mayor incremento en los niveles de consumo se espera en los países en vías de desarrollo, debido al incremento en sus poblaciones y economías, principalmente los asiáticos.

Sin embargo, los combustibles fósiles seguirán siendo la fuente principal de energía eléctrica en todo el mundo (actualmente, en Europa, los combustibles fósiles proporcionan un 79% de la energía eléctrica consumida). La emisión de gases de efecto invernadero producidos por la quema de combustibles fósiles para generar electricidad sigue siendo un objeto de preocupación creciente en el ámbito internacional, e iniciativas como el protocolo de Kyoto es una buena muestra de ello.

Para frenar el cambio climático, las centrales nucleares se presentan como una excelente alternativa ya que, al contrario que las centrales térmicas (que consumen combustibles fósiles), emiten dióxido de carbono, azufre, óxidos de nitrógeno y otros gases de efecto invernadero, en cantidades muy pequeñas, similares a las que emite una central eólica (entre 10 - 50 g/kWh, v.s. los 450 - 1200 g/kWh que emite una central térmica).

Jorge Alcalde y Abraham Alonso nos dan, en su artículo de la revista Muy Interesante, unos cuantos datos de interés. Por ejemplo, que las 8 centrales nucleares operativas en España (las mismas que quiere desmantelar el gobierno socialista) evitan cada año la emisión de 60 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, cantidad que equivale al 75% del total de emisiones que producen todos los coches que circulan por nuestras carreteras en dicho periodo. 

Según este artículo, un estudio de la Dirección General de Transportes y Energía de la Comisión Europea en 2004 advertía que la UE no podría cumplir la reducción de emisiones que marca en protocolo de Kyoto sin contar con las nucleares, y que se deberían construir unas 100 nuevas centrales nucleares en los próximos 25 años para poder satisfacer los niveles de emisiones requeridos.

Otro factor a tener en cuenta es el de la dependencia energética del exterior del petróleo y el gas natural. Actualmente, el 75,9% de la energía primaria consumida en España procede del exterior, y con el cierre de las centrales nucleares esta dependencia energética pasaría a ser del 89%.

Los ecologistas menos versados en materia científico-técnica suelen esgrimir la vaga afirmación de que lo que en realidad se debe hacer es apostar por las renovables. Esto es perfecto como un complemeto adicional a pequeña escala. Sin embargo, si supieran que para producir 1000 MWe se necesita una central nuclear que ocupa una superfície de 1 a 4 km2, mientras que se necesitaría una superficie de 20 a 50 km2 de placas solares o una superficie de 50 a 150 km2 de aerogeneradores (por no hablar del coste de producción del kWh en cada una de las plantas), muy seguramente se avergonzarían de su propio desconocimiento. La ventaja de las nucleares frente a las renovables es que pueden producir energía eléctrica sin emisiones, y sin implicar el uso de superficies de terreno tan grandes que harían el proyecto inviable. Los nucleares verdes no estan en contra de las renovables. Todo lo contrario, creen firmemente que se deben potenciar las renovables tanto como sea posible para prescindir cada vez más de los combustibles fósiles.

Sin embargo, la elevada inversión inicial que requiere su puesta en marcha (el coste de abrir una planta de producción de 1000 MWe puede ascender a los 3000 millones de euros), la  difícil y costosa gestión de los residuos nucleares, y la sombra de accidentes como el de Three Mille Island, en 1979, o Chernobyl, en 1986, siguen siendo un motivo de preocupación de la industria atómica, que continúa haciendo esfuerzos y avances tecnológicos para diseñar reactores más seguros, limpios y eficientes.

Pero lo verdaderamente intersante de este artículo es el cambio de paradigma. El ecologismo entero se ha mirado en el espejo, y ha visto algunas de sus ideas preconcebidas invertidas. El cambio climático y la necesidad de satisfacer el incremento de la futura demanda energética han sido los factores desencadenantes que han dado la vuelta a las convicciones de un gran número de científicos. Y es que el conocimiento humano está inexorablemente sujeto a la continua  puesta a prueba de los dogmas establecidos, lo cual implica cambio de pensamiento. En eso consiste la innovación.

Si ellos han podido cambiar, tú también puedes. Invierte tu perspectiva.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Invierte tu perspectiva

Los espejos son algo bastante común en nuestra vida.

Vivimos rodeados de espejos que nos devuelven, reflejada, una imagen de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Sin embargo, esta imagen tiene una propiedad curiosa. Y es que el espejo devuelve siempre una imagen invertida. Este efecto se puede comprobar cuando intentamos, por ejemplo, leer un texto reflejado en un espejo. El texto es el mismo, pertenece a la misma realidad. No obstante, una vez reflejado en el espejo, el texto resulta ininteligible.

La imagen que vemos en el espejo es una simetría exacta de nosotros mismos respecto al plano del espejo. Sitúa tus propias manos frente a ti, extiende bien los dedos y junta las palmas. Como ves, cada mano es una simetría exacta de la otra respecto a un plano. Ahora sepáralas un poco y, lentamente, haz una rotación de 180º, hasta que la palma de una toque con el dorso de la otra. Es imposible superponerlas, ya que están invertidas. Es exactamente lo mismo que ocurre cuando nos miramos en un espejo.



Pero, ¿y si siempre hubiéramos estado mirando la imagen reflejada en el espejo? Pensaríamos que ésa es la imagen correcta. No conoceríamos otra cosa. Lo normal para nosotros sería escribir y leer al revés, con lo que un texto normal nos resultaría incomprensible. Nuestra perspectiva estaría invertida.

En la actualidad, existen ciertas perspectivas invertidas que se han generalizado en el pensamiento colectivo. Esto es, la ideología o visión del mundo que comparte la gran mayoría de la gente. Las perspectivas invertidas son peligrosas, ya que suelen distorsionar la imagen que las personas tenemos del mundo. Estas perspectivas invertidas suelen ser herencias culturales, que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida mediante nuestra educación e interacción con el entorno.

El peligro reside, precisamente, en que gran parte de esta herencia cultural contiene informaciones y mensajes equivocados. Esto condiciona nuestro pensamiento y nuestra visión del mundo, convirtiéndonos en algo así como unas ovejas que siguen al rebaño por las rutas de los paradigmas preestablecidos.

Es necesario liberar nuestro pensamiento. Aprender a tener nuestra propia visión del mundo. No depender de lo que piensen los demás, de los prejuicios que nosotros mismos hemos heredado. Dicen que entre la genialidad y la locura hay tan solo una fina cortina de humo.

El Espejo: Invierte tu perspectiva, es un blog nacido de esta necesidad. Está pensado para gente despierta. Personas con la mente abierta que no teman cuestionarse aquellas restricciones que limitan su forma de ver el mundo. Un espacio donde compartir ideas no convencionales que, en numerosas ocasiones, podrían desafiar el pensamiento generalizado.

Sugerirte un nuevo enfoque podría ser la burbuja incipiente que culmine en un pensamiento que cambie tu perspectiva.