jueves, 5 de enero de 2012

Cómo escribir una novela y no morir en el inteno

Escribo este post rápido desde mi iPad, justo antes de ir a dormir, para dar explicaciones de mi largo silencio.

En primer lugar, quiero decir que este es un blog que nunca voy a abandonar. Puedo estar meses sin publicar un post, pero al final siempre acabo actualizándolo, debido a que este es un espacio que siento como mío. Un sitio donde expresar mis pensamientos cuando me apetece.

El motivo de mi escasa dedicación es variado y complejo. Una mezcla de graves problemas personales, dedicación al trabajo y a los estudios, esas cosas. Pero yo escribir, escribo. Por eso no os preocupéis. Mis dedos están ágiles. Y mi cabeza más despejada y solvente que nunca.

Estos últimos meses estoy dedicando el tiempo de blog al desarrollo de mi primera novela, cuya idea germinal se me ocurrió hace unos 5 años. Pero la vida pasa deprisa, y no he tenido el tiempo necesario para escribirla.

La novela era algo que tenía pendiente. Contaba con más de 50 páginas en borrador, muchas ideas en el cajón y una buena dosis de motivación y autoconfianza. Pero nunca encontraba el tiempo. Desde hace unos meses, he decidido dedicar al menos un poco de tiempo a la novela todas las semanas. Y los resultados empiezan a verse.

A decir verdad, ya tengo el guión casi acabado. Sí, señores (y señoras). Mi mente analítica de ingeniero me obliga a tener todos los sucesos que describa atados y empaquetados antes de dejar fluir la tinta. Y es algo que no es fácil. Muchas novelas de escritores consagrados pecan de tener una trama tan poco consistente como la mantequilla.

Y esto es algo que no me va a pasar a mí de ninguna de las maneras.

No quisiera ser prepotente, pero esta primera novela la voy a publicar. No es una primera novela típica, repleta de los típicos fallos del escritor novel. Está supervisada por el crítico más exigente de todos: yo mismo.

Una vez terminada, será un claro ejemplo del perfeccionismo más obsesivo que soy capaz de conseguir cuando hago algo con pasión. Sólo su esqueleto y sus primeros acabados constituyen unos resultados más que prometedores. Supongo que si algo refleja una novela es la perdonalidad de su autor. Y ésta va a tener mucho de mi carácter. Mucha originalidad y valentía. Y mucho de lo que reflexionar.

Estaréis, evidentemente, invitados a leerla.

Y yo agradecido si lo hacéis.