jueves, 9 de diciembre de 2010

Los nucleares verdes

Voltaire dijo que "es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado".

Desde la virulenta oposición que tuvo lugar durante la década de los 80, liderada por grupos ecologistas, la energía nuclear sufre las consecuencias de un fuerte rechazo por parte de la opinión pública. Basándonos en estadísticas, según una encuesta del OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) y el Eurobarómetro 2005, el 60% de la población europea se opone a la construcción de nuevas centrales nucleares. En España, este porcentaje asciende al 96%.

La aversión por esta fuente de energía en nuestro país es tal que en la campaña electoral de 2004 el PSOE prometíó cerrar los reactores operativos españoles en 20 años. El 30 de abril de 2006, se cerró la central nuclear José Cabrera, Zorita (Guadalajara), la primera central que se construyó en España, tras 38 años de funcionamiento.

A cualquier sujeto mínimamente observador, esto puede resultarle un tanto incongruente, considerando que existen, actualmente, 440 reactores nucleares en el mundo, y que los países más desarrollados tecnológicamente cuentan con un gran número de centrales nucleares en funcionamiento.  Así, podemos ver países como EE.UU (104), Francia (58), Japón (55), Rusia (32), Alemania (17), Canadá (18) o Reino Unido (19), que dejan a España (8) en una posición precaria en el campo del desarrollo tecnológico. Un buen indicador de este retraso es la cantidad de energía eléctrica procedente de la energía nuclear que consume nuestro país. Mientras que en la UE se encuentran operativos 136 reactores que proporcionan un 37% de la electricidad a los países miembros, en España nuestros 8 reactores nos aportan tan solo un más que insuficiente 17,6%. El siguiente gráfico proporcionado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, puede dar una idea de cuál es la situación real de España en el aprovechamiento de la energía nuclear en comparación al resto de países industrializados.

Todo parece indicar que esta campaña de nuestro gobierno en contra de la energía nuclear es una demostración más de la analfabetización tecnológica de la que históricamente se ha resentido este país, gestionado por unos líderes tan ignorantes como los ecologistas que todavía se oponen fervientemente a esta fuente de energía, considerada ya por muchos gurús del verdadero ecologismo la única y verdadera fuente "verde" de energía.

Ellos se hacen llamar los nucleares verdes. Entre sus filas se cuenta uno de los gurús más importantes del ecologismo internacional, James Lovelock, padre de la archiconocida Hipótesis de Gaia. En palabras del propio Lovelock, "a menudo pienso que los ecologistas se han situado en una posición contraria a la energía atómica porque tienen miedo de perder apoyos si dan un giro total en este asunto".

Pero nada mejor para respaldar una postura que hablar de cifras o de hechos concretos. Y es que los nucleares verdes cuentan con los argumentos suficientes para hacer entender a personas de todas las ideologías el porqué la energía nuclear es la única alternativa para afrontar el problema de la energía sin comprometer gravemente el medio ambiente.

El primer factor a analizar es el del aumento de la demanda energética que se prevé en todo el mundo. La U.S. Energy Information Administration estima el aumento de la demanda energética del 87% para el 2035 con respeto al 2007, en su International Energy Outlook 2010. El mayor incremento en los niveles de consumo se espera en los países en vías de desarrollo, debido al incremento en sus poblaciones y economías, principalmente los asiáticos.

Sin embargo, los combustibles fósiles seguirán siendo la fuente principal de energía eléctrica en todo el mundo (actualmente, en Europa, los combustibles fósiles proporcionan un 79% de la energía eléctrica consumida). La emisión de gases de efecto invernadero producidos por la quema de combustibles fósiles para generar electricidad sigue siendo un objeto de preocupación creciente en el ámbito internacional, e iniciativas como el protocolo de Kyoto es una buena muestra de ello.

Para frenar el cambio climático, las centrales nucleares se presentan como una excelente alternativa ya que, al contrario que las centrales térmicas (que consumen combustibles fósiles), emiten dióxido de carbono, azufre, óxidos de nitrógeno y otros gases de efecto invernadero, en cantidades muy pequeñas, similares a las que emite una central eólica (entre 10 - 50 g/kWh, v.s. los 450 - 1200 g/kWh que emite una central térmica).

Jorge Alcalde y Abraham Alonso nos dan, en su artículo de la revista Muy Interesante, unos cuantos datos de interés. Por ejemplo, que las 8 centrales nucleares operativas en España (las mismas que quiere desmantelar el gobierno socialista) evitan cada año la emisión de 60 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, cantidad que equivale al 75% del total de emisiones que producen todos los coches que circulan por nuestras carreteras en dicho periodo. 

Según este artículo, un estudio de la Dirección General de Transportes y Energía de la Comisión Europea en 2004 advertía que la UE no podría cumplir la reducción de emisiones que marca en protocolo de Kyoto sin contar con las nucleares, y que se deberían construir unas 100 nuevas centrales nucleares en los próximos 25 años para poder satisfacer los niveles de emisiones requeridos.

Otro factor a tener en cuenta es el de la dependencia energética del exterior del petróleo y el gas natural. Actualmente, el 75,9% de la energía primaria consumida en España procede del exterior, y con el cierre de las centrales nucleares esta dependencia energética pasaría a ser del 89%.

Los ecologistas menos versados en materia científico-técnica suelen esgrimir la vaga afirmación de que lo que en realidad se debe hacer es apostar por las renovables. Esto es perfecto como un complemeto adicional a pequeña escala. Sin embargo, si supieran que para producir 1000 MWe se necesita una central nuclear que ocupa una superfície de 1 a 4 km2, mientras que se necesitaría una superficie de 20 a 50 km2 de placas solares o una superficie de 50 a 150 km2 de aerogeneradores (por no hablar del coste de producción del kWh en cada una de las plantas), muy seguramente se avergonzarían de su propio desconocimiento. La ventaja de las nucleares frente a las renovables es que pueden producir energía eléctrica sin emisiones, y sin implicar el uso de superficies de terreno tan grandes que harían el proyecto inviable. Los nucleares verdes no estan en contra de las renovables. Todo lo contrario, creen firmemente que se deben potenciar las renovables tanto como sea posible para prescindir cada vez más de los combustibles fósiles.

Sin embargo, la elevada inversión inicial que requiere su puesta en marcha (el coste de abrir una planta de producción de 1000 MWe puede ascender a los 3000 millones de euros), la  difícil y costosa gestión de los residuos nucleares, y la sombra de accidentes como el de Three Mille Island, en 1979, o Chernobyl, en 1986, siguen siendo un motivo de preocupación de la industria atómica, que continúa haciendo esfuerzos y avances tecnológicos para diseñar reactores más seguros, limpios y eficientes.

Pero lo verdaderamente intersante de este artículo es el cambio de paradigma. El ecologismo entero se ha mirado en el espejo, y ha visto algunas de sus ideas preconcebidas invertidas. El cambio climático y la necesidad de satisfacer el incremento de la futura demanda energética han sido los factores desencadenantes que han dado la vuelta a las convicciones de un gran número de científicos. Y es que el conocimiento humano está inexorablemente sujeto a la continua  puesta a prueba de los dogmas establecidos, lo cual implica cambio de pensamiento. En eso consiste la innovación.

Si ellos han podido cambiar, tú también puedes. Invierte tu perspectiva.

1 comentario:

  1. Muy buenas observaciones.
    Me gustaría añadir algunos aspectos más:

    En primer lugar, hay que tener en cuenta que hoy en dia los reactores modernos son extremamente seguros, el riesgo de un accidente es practicamente cero.

    Segundo, es verdad que una central nuclear requiere una inversión inicial más grande que una central tradicionál (que sea de gas natural, o carbon o qualquier otro combustible), pero, de momento, el coste del uranio es mucho menor que el coste del gas natural, por exemplo. Entonces si se hace la cuenta de los costes totales (costrucción más operación) sobre la vida util de la planta, las centrales nucleares salen más convenientes, tenendo en questa tambien que el precio del gas natural sigue subiendo.

    Tercero, sobre los aspectos ambientales, hay que educar la gente sobre el concepto de las escorias radioactivas. Siendo concentradas en gran cantidad en un unico lugar, se consideran más peligrosas que la CO2 y los gases carcinogenós que una central tradicional emite de continuo.

    Bueno, lo siento si he cometido erores, es que no práctico mucho mi español últimamente.

    Camillo

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