domingo, 4 de junio de 2017

Afrontando las dificultades emocionales

Comparto con vosotr@s una reflexión que escribí en su momento acerca de cómo afrontar las dificultades, sean del tipo que sean, tanto decir algo difícil a alguien, explicar que algo te ha sentado mal, cambiar alguna situación que estés viviendo en tu trabajo o tu vida personal o, incluso, hacer un cambio radical en tu vida o en tus relaciones. No se trata tanto de un manual de cómo proceder como de una declaración de intenciones acerca de qué puntos tenemos que tener claros por el bien de nosotr@s mism@s.

Las dificultades llegan cuando menos te lo esperas y, a veces, las traen igualmente las personas que menos esperas. Las personas contamos con diversos mecanismos para afrontar estas situaciones, uno de los cuales sería el wu wei, o la "no acción", algo que ocurre muy frecuentemente en la vida de las personas. Ejemplo: alguien me ha dicho algo que me ha sentado mal y, por el motivo que sea, prefiero dejarlo correr y no explicar mis sentimientos; o hay una situación en mi trabajo que me está quemando, y prefiero no hablar con mi jefe para tener la fiesta en paz. O, incluso, tengo unas necesidades, pero prefiero no decirlas y guardarlas para mí, pues no sé cómo se lo va a tomar la otra persona. A corto plazo esto puede ser un alivio, ya que nos evita afrontar el problema. Pero, a largo plazo, el hecho de postergar nuestras necesitadades emocionales puede tener unas consecuencias desastrosas en nuestra vida.

Por eso creo que lo mejor es emprender acciones para afrontar los problemas. La estrategia que propongo es la siguiente:

1. Ser honesto contigo mismo. Explicarte a ti mismo las cosas tal y como han ocurrido, o tal y como las ves, sin subterfugios y sin intentar engañarte a ti mismo acerca de cómo te sientes. No has de pensar en cómo se supone que te tienes que sentir, sino en cómo te sientes, en qué te dicen las tripas.

2. Meditar y analizar la situación hasta dar con la causa de lo que te hace sentir mal. Bajar del alto nivel donde sabemos que algo nos está dañando, pero no sabemos exactamente el qué, hasta un nivel más detallado en el que podemos explicarnos a nosotros mismos, o a otras personas, exactamente lo que nos disgusta.

3. Utilizar nuestra intuición. Las sospechas y malas sensaciones suelen ser un indicador claro de que algo no va bien. Un perro no analiza demasiado si la persona que tiene delante es una persona que teme a los perros, o un amante de los animales. Un perro sabe automáticamente quiénes son sus amigos, sin necesidad de leer libros acerca de lenguaje no verbal ni analizar el comportamiento del otro. Se dice que los perros "huelen" el miedo. En el caso del hombre, el raciocinio puede nublar nuestro juicio al analizar una situación. Es bueno hacer caso de nuestro instinto, ya que es un mecanismo difícil de racionalizar pero muy efectivo para ver las intenciones de las otras personas.

4. Planificar nuestra acción. La acción que deberíamos emprender debería ser una que nos permita trazar un camino entre nuestro estado actual y un estado mayor de realización personal. Por ejemplo, si un desconocido nos insulta por la calle, quizás la mejor acción es no hacer nada, el famoso wu wei, puesto que tenemos probabilidades de meternos en un lío a cambio de nada. En cambio, si una persona importante nos ha herido, tener una conversación con esa persona acerca de eso puede ayudarnos a alcanzar una relación más plena, a dejarnos más tranquilos o, en el peor de los casos, a eliminar una relación tóxica de nuestra vida. En cualquier caso, el estado de realización que alcanzamos tiene que ser un estado superior.

5. Poner en contexto y analizar los riesgos de nuestra acción. Por ejemplo, quizás querrías mantener un puesto de trabajo a pesar de que hayan cosas que no te gusten y prefieras no decir las cosas ya que sabes que decirlas podría suponer tu despido. Es probable que tu problema requiera que lo pongas en perspectiva y que hagas una revisión global del mismo. Si tu valoración es que, puesto en perspectiva, el problema no es tan importante, quizás deberías volver al punto 2 para volver a analizar el problema. Aquí es importante poner en equilibrio como nos sentimos, nuestra intuición, el uso de la lógica y el pragmatismo al medir las consecuencias de nuestros actos. Cuando revisamos nuestra acción y creemos que las consecuencias de la misma podrían ser beneficiosas para nosotros (un cambio deseado, romper o reconducir una relación tóxica, etc.), es el momento de actuar.

6. Actuar. Me atrevería a decir que la mayoría de personas, al afrontar un problema, llegan con más o menos orden al punto 5. Pero dar el paso y reunir el valor para actuar puede ser en ocasiones el reto más difícil. Entrar en acción es la única manera de provocar cambios y hacernos responsables de nuestra propia vida.

7. Asumir las consecuencias. Hemos de tener claro que, generalmente, las personas no asumen sus equivocaciones y utilizarán todo tipo de tácticas para manipular y tergiversar lo hechos, hasta el punto que intentaran incluso hacerte sentir culpable a ti de la misma situacion que ell@s han provocado. Un clásico podría ser que una persona que te ha herido te diga que no se dio cuenta y que tú eres alguien muy susceptible o inmaduro por no tomar a bien las bromas. Déjales hablar y escucha con respecto el feedback de las otras personas y es aquí, en su reacción y sus palabras, cuando debes volver al punto 3. ¿Qué te sugiere lo que te está diciendo? ¿Qué te dicen las tripas? Es en este ejercicio cuando estarás muy cerca de conocer las verdaderas motivaciones detrás de las palabras, ya que su reacción confirmará tus sospechas o las disipará. Es importante remarcar que la discusión sirve de poco llegados a este momento, puesto que los argumentos lógicos son algo poco útil para resolver los conflictos emocionales: mediante el relativismo una persona manipuladora le puede dar la vuelta a prácticamente cualquier situación.

8. El octavo paso estaría relacionado con darle una importancia relativa a lo que puedan pensar los demás. La presión social suele ser algo que, en muchas ocasiones, nos hace ir en contra de nuestros intereses para alcanzar una realización personal plena. Lo importante no es el convenio social más aceptado, sino tu felicidad y tus emociones. Si algo te hace sentir mal, pasa a la acción y hazte cargo.

Ésta es toda la reflexión que quería presentaros. Espero que os haya gustado.

Quizás en algún momento de vuestra vida, os pueda servir como consejo útil.

Si fuera así, me alegraría de haberla escrito.

¡Un abrazo a tod@s!


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